Mis querid@s lectores/as, una vez más os tengo que agradecer vuestro apoyo y fidelidad al diario. El post de la semana pasada "¿QUÉ ES ESTO DEL HOME STAGING?" parece que os ha gustado y es mi intención seguir dándoos pincelas del oficio de agente inmobiliario.
Esta semana os quiero hablar de cómo valorar un inmueble y ser consciente de que tengo que descontar el valor sentimental que me impide ser todo lo racional que una valoración inmobiliaria requiere. Esto a simple vista parece muy complicado, pero un buen agente inmobiliario debe poder conseguirlo.
Si bien es cierto, ya os hemos dado algunos consejos de cómo hacerlo. Lo primero que tenemos que hacer es despersonalizar la vivienda, pero quiero ir más allá. Antes de todo eso, cuando pongo a la venta mi casa, tengo que hacer el ejercicio de abstraerme de que es mi casa, donde tengo mis recuerdos, donde ha vivido mi familia, para pasar a tener una de tantas viviendas que hay en venta en mi zona.
Si hemos reformado la vivienda, querremos que con la venta por lo menos recuperemos la inversión que hemos hecho. Sin embargo este razonamiento no es del todo correcto. Hay un principio básico en el mercado inmobiliario que dice que; "SOLO SE VENDE LO QUE ESTÁ EN PRECIO". Esto quiere decir que podremos recuperar la inversión realizada, siempre y cuando el precio que tengamos en mente, dado el gasto de la reforma no supere el precio de mercado.
Por otro lado, tendemos a comparar las casas de los demás con la nuestra, y claro está, que la nuestra gana por goleada a las demás. Sin embargo quizá esa no sea la misma sensación que tenga el comprador y por tanto, de nuevo, estemos errando en nuestra valoración. El comprador mira, se fija y compara muchas cosas pero jamás entrará en la lucha por darnos la razón o no sobre si nuestra casa es más bonita o mejor que la del vecino por darnos el gusto, y si lo hiciera sería mala señal pues no sería el comprador de nuestra casa.
Es muy complicado que un particular pueda emitir un juicio neutro u objetivo cuando tiene que vender su propia vivienda, más aún cuando se trata de una vivienda heredada, cuando se trata de un divorcio o cuando esa casa tiene para nosotros un valor sentimental. Siempre, y en este caso, siempre es siempre, "el valor sentimental cotiza al alza", por lo que nos alejaremos en mucho del valor de mercado.
Para descontar el valor sentimental no hay mejor receta que acudir a un intermediario que pueda abstraerse de dicho componente subjetivo, y que pueda asesorarnos y guiarnos de la forma más objetiva y razonable posible, que será lo que mejor defienda nuestros intereses.
En definitiva, mis querid@s lectores, no es tarea fácil desligarse de lo sentimental, pero no es menos necesario hacerlo para vender pronto y bien.
Os espero en el próximo post del diario de un inmobiliario.
Estoy completamente de acuerdo contigo. Los particulares valoramos al alza aquellas casas en las que hemos nacido, hemos gateado, hemos crecido, y en definitiva, hemos pasado junto con la gente que queremos los mejores años de nuestra vida.
ResponderEliminarSeguramente ese incremento económico que pretendemos darle a esa vivienda (sin saberlo, claro), sea porque nuestro subconsciente trata de compensar el valor de saber que nunca más pisaremos esa casa, que nuestros hijos nunca disfrutarán de ella, y que ahora serán otras personas las que allí habiten y generen recuerdos y vivencias diferentes a las que nosotros hemos vivido y compartido allí.
Es como la compensación, plasmada en dinero (sin saberlo, claro) de que otro des-impregne tus paredes y cree unas nuevas suyas.
Debe costar mucho para un profesional inmobiliario hacer entender a la persona que vende una casa familiar que no vale lo que él la valora, que ese plus económico es subjetivo y para nada dentro del mercado real.
Un saludo y felicidades por el blog.